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UNIVERSIDAD REGIONAL AUTONOMA DE LOS ANDES 

"UNIANDES
"
 
Nombre: Rommel Alejandro Torres López
Curso: 4to Derecho
Tutor: Ab. Sebastián Valdivieso González
Tema: La Hoguera Bárbara


LA HOGUERA BARBARA
Alfredo Pareja Diezcanseco
(Vida de Eloy Alfaro)


 
Introducción.
El autor de la obra literaria  "La Hoguera Barbara " es Alfredo Pareja Diezcanseco Novelista, ensayista, periodista, historiador y diplomático ecuatoriano, quien nació el 19 de noviembre de 1908 en Guayaquil. Su labor ha sido vasta y lúcida, en los dos campos a los que se ha dedicado. Formó parte del "Grupo de Guayaquil" y siempre reivindicó la libertad del creador para gestar su obra. Con una personalidad sensible, inteligente y críticamente observadora. Con gran capacidad de novelista conocedor de la historia analizó críticamente al Ecuador y a sus hombres. En 1979 se le concedió el Premio Nacional "Eugenio Espejo" en reconocimiento a la totalidad de su obra. Entre otros cargos importantes fue designado Canciller de la República en el Gobierno del Ab. Jaime Roldós Aguilera y luego Embajador en París. Falleció en Quito el 3 de abril de 1993.
En su obra  "La Hoguera Barbara  " nos relata la vida del General Eloy Alfaro, desde sus principios y su trayectoria en la vida de nuestra patria. Ademas es una obra escrita con emoción, lucidez absoluta y con una notable forma literaria por parte del autor, que a la vez no solo nos cuenta  la vida del gran general, sino la historia de todo el proceso de la revolución liberal y, como si todo esto fuera poco, también la historia del primer siglo republicano del Ecuador.
 
 
 
 
Desarrollo.


PRIMERA PARTE
El General de las derrotas
I
Montecristi

Así, la vida en Montecristi empezaba mansamente todas las mañanas. Don Manuel, a más de guerrero, era hombre que empleaba largas horas en la meditación, en procura de latas verdades espirituales con las cuales confortaba sus desengaños políticos. Más hay que decir que lo que le hizo permanecer definitivamente en la tierra  de Montecristi a don Manuel Alfaro fue su amor por una hermosa quinceañera manabita, llamada Natividad Delgado.
Algunos años más tarde, don Manuel y doña Natividad hicieron dar el bautizo al quinto de sus hijos, Eloy, nacido un 25 de junio de 1842.
Don Manuel se enriqueció y doña Natividad continúo dándole hijos, hasta el número de ocho.  Eloy Alfaro no era ni un niño triste ni un niño alegre. Don Manuel movía el cabeza preocupado, diciéndole a Eloy, que va a tener vida alborotada ya que don Manuel le inculcaba que  la única manera de amar a la patria consiste en conocer bien sus males y sus desgracias.
Eloy a temprana edad adquirió un maestro compatriota de don Manuel, el cual  había venido de Europa este fue su tutor y la persona que le inculco hasta su etapa de adolescencia donde después tomo la tutela de la enseñanza don Manuel con quien  realizo sus primeros viajes en  velero pausado, donde llego a mirar y expandir sus horizontes y hasta llegar a ver al general Juan José Flores quien, desde 1845, vivía su destierro en el Perú.


 
II
La primera insurgencia
 
Por los caminos que venían de la montaña, Eloy y su hermano mayor, José Luis, bien montados cabalgaban, vestían alegres ponchos de hilo y se cubrían la cabeza con grandes sombreros de paja  blanca,  ya que, temían llegar tarde para la fiesta, ocupados como habían estado en vigilar la cogida de la tagua para el cargamento de don Manuel, el cual debía embarcar desde el puerto de Manta.
Cuando llegaron la plaza estaba cargada de gritos y de risas donde se distinguían las voces de la gente que disfrutaba año a año de esta celebración, después de mucho tiempo la fiesta moría de cansancio, por lo que, Eloy se vio involucrado luego en apuestas que al final fueron el resultado de una pelea, Eloy y los suyos fueron  atacados.
Cuando Eloy regresaba a su casa pudo ver en la puerta a don Manuel que se paseaba con los brazos a la espalda. Duras palabras tuvo que escuchar Eloy, al mismo tiempo que era obligado a devolver el dinero ganado, luego de esto su padre le hizo prometer que nunca lo haría otra vez y Eloy lo aceptó ya que era un hombre de palabra y jamás rompería su promesa.
Eloy Alfaro leía libros que le llenaban el corazón y la cabeza de altos sentimientos por lo que al cabo de un tiempo comenzó a pensar que García Moreno era un déspota, sanguinario perseguidor de los liberales, utilizador del clero para sus fines absolutistas.
Un día don Manuel  viajo a Europa y su comercio quedó al cuidado de sus hijos mayores por lo cual una mañana, sin resistir a su demonio interior, Eloy fue a visitar a don Manuel Albán jefe de los liberales de la provincia, con el cual, Eloy organizo una revuelta en la que el grupo de jinetes de Alfaro atravesó las calles del pueblo, y  cuando el coronel Salazar acudió a la puerta, se encontró frente a frente con Eloy Alfaro que le encañonaba el revólver .Salazar, astuto, habló mal de García Moreno, insinuó la conveniencia, y así obtuvo su libertad, ofreciendo apoyar la revolución.
Eloy Alfaro nunca llego a confiar en las promesas de Salazar, el cual, los traiciono y Eloy no tuvo más remedio que huir. 
 
 
III
El coronel Alfaro
 
A Eloy AlfaroUrbina y procuraría tomar parte en otra aventura.
Como Eloy Alfaro supo que don Manuel Alfaro regreso de Europa, le escribió lo que había hecho, sin mujeriles lloriqueos de arrepentimiento, y le dijo que lo sorprendió una fuerza del Gobierno que lo llevo a huir sin remedio para luego informarse del desastre que Urbina sufriera en Jambelí, donde García Moreno en persona, dirigiendo la batalla naval, le derrotó y halló placer en fusilar, a horas distintas a todos los prisioneros de la batalla, uno a uno, extremando el castigo, hijo frente a padre, padre frente a hijo.
Eloy Alfaro después de esto viajó ocultamente a Guayaquil, por falta de vapores en Manta. La audacia de Alfaro al acercarse a los dominios de la tiranía, se vio compensada, ya que, algunos viejos amigos de don Manuel le ayudaron para que embarcase escondido. Algunas personas creyeron  reconocerle pero el negó su identidad con firmeza  y no lo descubrieron, ya que, el pasaporte no era indispensable en aquellos tiempos.
No cabe duda que García Moreno era un constructor puesto que era alguien muy inteligente y antes que nada, su actitud fundamental era la de un era señorito, tan orgulloso de su españolidad, como el más encopetado gobernador de la Colonia. Las formidables energías de las que era dueño aplastaban las conspiraciones y las revoluciones.
Alfaro en su destierro conoció a una señorita que se llamaba Anita Paredes y reunía  todas las cualidades que necesita un hombre para ser feliz como lo describió el mismo Eloy Alfaro. Era doña Anita una mujer excepcionalmente bella y temerosa hasta el punto de creer constantemente en la catástrofe y esta fue la mujer que dio a Alfaro varios hijos. Para estos momentos Montalvo había regresado de Europa y, desterrado en Colombia, Montalvo se erguía en la continuada lucha contra García Moreno. Alfaro correspondía con los liberales ocultos en Guayaquil o en Quito, en Montecristi o en Esmeraldas, y era tanta su fe que se negaba que dieran bautizo a su hija, porque quería que se lo dieran en la Patria.
El general Salazar, desde el Ministerio de la guerra, destruía los empeños liberales. Que Montalvo y Alfaro querían implantar, como todos los liberales de la época. Al igual que Borrero, liberal católico quien era el prestigio al parecer señalado para lograr la unión nacional, y por esto Alfaro, así cargado de esperanzas, se trasladó a Guayaquil.
Ignacio de Veintemilla, con dos mil hombres bien armados y junto a Alfaro se lanzó a la conspiración. Montalvo lanzaba artículos, manteniendo el fuego. Pero después de la acaudalada lucha sus esfuerzos se vieron frustrados otra vez.
Alfaro prófugo, refugiado en casa amiga, asumió la responsabilidad de rehacer las fuerzas. Veintemilla era tenido por liberal, contaba con la fuerza armada. Pero el oportunismo político siempre fue norma inevitable en las militancias cívicas. Llamó a Montalvo y ambos estudiaron las posibilidades. Algunos, descontentos con la quiebra de la promesa, propusieron la contrarrevolución, pero Alfaro y Montalvo se negaron, ilusionados con la presencia vigilante de Carbo sobre Veintemilla. A más, con el nombramiento de Urbina para General en Jefe del Ejército, no cabían rectificaciones apresuradas.
El anciano general Urbina pidió a Alfaro que le acompañara en la campaña como su ayudante de campo, ascendiéndole, de golpe, a Coronel.
El ejército marcharía por el Sur. Siempre en espera del momento de combatir, escuchando los concejos de Urbina, que al final hicieron llegar a estos a quito y desplegar sus banderas.
 
 
IV
Los grillos perpetuos
 
Las cosas no andaban del todo mal en Quito. Pero Quito era triste, impreciso, vagaroso como un recuerdo que le transportara a remotas edades. Pero las cosas no andaban del todo mal, porque había esperanzas, ya estaban en Quito don Pedro Carbo, en plenas funciones de su ministerio general, y José María Urbina, en las de general en jefe del ejército. Los conservadores habían iniciado la guerra contra Carbo. El hereje.
Alfaro  se había dedicado a rehacer sus negocios y a mantener activa correspondencia con los liberales de oposición. Mientras que Veintemilla no podía gobernar con la Carta Negra, odiada principalmente en la Costa y repudiada por él mismo al sublevarse contra esta, por lo cual convocó, a un Congreso Constituyente, y allí aseguró que la Convención descatolizaría al Ecuador. El viernes Santo de 1877, un acontecimiento trágico vino a complicar los asuntos, el Arzobispo de Quito, Monseñor José Ignacio Checa, al beber el vino del cáliz, se envenenó. Veintemilla, habían asistido a la misa y viendoce este en esta situación ordeno al gobierno la abolición del Concordato, en aquellas épocas y por tales acontecimientos quito quedó en penumbra.
Alfaro volvió a abandonar negocios y hogar en ruta a Guayaquil, para lo cual en este tiempo se trabajaba por la exaltación de un hombre público de grandes cualidades, el doctor Vicente Piedrahita, cuyo nombre era respetado por ciertos conservadores los cuales acusaron a los liberales de conspiración y esta fue descubierta, por lo cual,  Alfaro,  fue expulsado a Panamá. De seguido a esto se le acuso a Veintemilla de la muerte de Piedrahita.
 Alfaro arribó a Guayaquil. Tuvo que refugiarse en ciudad vieja, al pie de la Colonia Santa Ana, en casa de don Victoriano Cortés, un español, buen amigo de Don Manuel.
En el invierno de 1879 caían lluvias torrenciales sobre la ciudad. Las calles se tomaban negras del lodo. Alfaro escuchó un inusitado movimiento en el cuartel. Una cometa aguda rompió el aire era Veintemilla en persona estaba en el cuartel, cuando Alfaro lo vio se cruzó los brazos sobre el pecho, apretó los labios y le clavó la mirada en media frente, solo  dos soldados se acercaron cargando los grillos, Eloy Alfaro fue llevado a juicio en el que pusieron ante sus ojos tres cartas comprometedoras las cuales el nunca negó.
Juan Montalvo, vuelto de su destierro, supo lo que se estaba haciendo con Alfaro, y publicó un artículo que llamó “Los Grillos Perpetuos”. La voz clamaba: “García Moreno tuvo su Juan Borja, Veintemilla quiere tener su Eloy Alfaro, al cual, quería matarlo a fuego lento y comérselo vivo por los pies, en el tormento de un calabozo, donde Alfaro estaba solo, hundiéndose en el abismo de sus fuerzas desfallecientes. Era cierto. Veintemilla se lo estaba comiendo por los pies.
 
 
V
La derrota de Esmeraldas
 
Guayaquil era una cuidad casi en su totalidad liberal. Y sus habitantes querían la proliferación del trabajo.
Después de salir de las garras de Veintimilla Alfaro continuaba enfermo, agobiado por dólares de todo tipo, un día recibió la visita del Cónsul de Colombia, el mismo con quien hablo cuando se encontraba queriendo salir de la prisión y del país. El 8 de marzo, día de san Juan de dios llego al muelle, pero le impresiono la ausencia de presencia de los suyos, ya que, el no vio a nadie.  Cuando llego su esposa Anita no se encontraba, puesto que, esta salió en su encuentro, viendo esto Eloy Alfaro salió a buscarla por las calles, cuando de pronto  la encontró temblorosa y angustiada la abrazo, en ese mismo momento ella se colgó de su cuello con una gran felicidad.
Eloy Alfaro luego llego a saber que el convenio que firmo para liberar a los presos y salvar su vida no se había cumplido del todo puesto que solo dos presos fueron liberados a más de Alfaro. Escribió al gobernador de la provincia del guayas sobre el cumplimiento del compromiso que contrajo para poner en libertad a los demás presos políticos que aun estaban detenidos en la ciudad de Guayaquil. Pero Alfaro no recibió nunca una respuesta por parte del gobernador de Guayaquil, lo que, Alfaro interpreto como la anulación del convenio.
Montalvo en este tiempo comenzó a publicar su obra las Catilinarias, y ya que, este mantenía una estrecha relación con Alfaro fue también exiliado a Colombia desde donde había fustigado a Veintimilla a latigazos iluminados. Montalvo decía que el capitulo XII del Apocalipsis  lo encierra aplicable a varias épocas y posibles  es que correspondan a la presente, puesto que, el  ecuador parecía estar al borde de otra guerra civil, por lo cual Alfaro, decidió volver al país en cuanto se diera una conspiración. Eloy Alfaro decidió esto, puesto que,  el pacto ya no existía estaba roto desde que su carta al gobernador no diera frutos, como lo esperaba y deseaba.
Para preparar una ofensiva Montalvo partió a tumbaco, encargado de un negocio de armas para ayudar a Alfaro quien sería el jefe de las futuras batallas, las cuales se dieron en esmeraldas pero terminaron en derrota ya que los superaban en número.
 
 
VI
En Guayaquil se puso el sol
 
Eloy Alfaro llegaba derrotado a panamá,  su amigo miguel Valverde el querer huir fue descubierto y enviado a Guayaquil. Veintimilla  juraba que se vengaría de él y de  Alfaro. Ventimilla dicto que flagelaran a Valverde, el cual, quedo al punto de morir.
Los liberales habían reunido dinero para vencer  a Veintimilla. El 6 de enero de 1883 se rompieron hostilidades  en esmeraldas y  Alfaro recibía de Vargas Torres el parte oficial del combate, luego se encontró en el camino con Manuel Semblantes portador de parte del dinero ofrecido de Quito.
Después se tiende la batalla en quito donde los conservadores se declaran vencedores en y marchaban sobre Guayaquil, Alfaro por aquella circunstancia tenia liberales haciendo lo posible en un estado de guerra  realizando reformas progresivas y ganado partidarios.
El 6 de junio en puerto lisa  Alfaro expuso los detalles de su ataque, maestro consumado en el arte de la guerra, ya que, este había leído mucho sobre tácticas militares y batallas mundiales las que al final fueron de gran ayuda, puesto que, Alfaro triunfo y por las calles se escuchaba la algarabía con canciones de libertad. Alfaro  se levanto como un encantamiento sobre la adversidad que padeció y que por el momento parecía superada.

 
VII
La política de los sesudos
 
Montalvo desde parís  celebraba la victoria y decía frases como: “Con que se viene abajo el malhechor”  Y lo que Montalvo estaba esperando era una comunicación o telegrama que le anunciare la fuga de Guayaquil o la muerte a manos del pueblo de Veintimilla, el cual se encontraba derrotado. Alfaro pese a esto era noble de corazón pretendía  una ocasión de paz y unión entre los ecuatorianos,  Alfaro no era alguien que tuviere un ideal ambicioso y estaba dispuesto hacer un trato, el 9 de julio Eloy Alfaro entro triunfante a Guayaquil  y convocó a una gabinete para su gobierno, el pueblo se manifestaba de algarabía por el gobierno de Alfaro, tanto así que las calles eran repletas por sus simpatizantes. Alfaro tenía la idea de hacer dos gobiernos en el ecuador, para su mejor administración pero el pentavirato no aceptaba tener dos gobiernos dentro del ecuador.
Don Pedro Carbo  permanecía en Guayaquil ejerciendo las funciones  del gobierno, como Jefe Supremo de la Provincia, pero este mostro un extremo pacifismo inocente producido por la derrota definitiva y la caída del dictador  Veintimilla, el cual se encontraba vencido y arrojado del territorio de los ecuatorianos por las fuerzas victoriosas del general Eloy Alfaro
Luego se convocó a una asamblea donde Alfaro tuvo trece votos. Y solo le felicitaron por los servicios prestados  y fue ascendido al grado de general de la República con diecinueve votos conservadores en contrario, lo que significo que Alfaro quedaba eliminado. Los liberales no estaban conformes con esto y decían que esto solo significaba una tregua.
Muchos de los liberales querían no ceder el retorno a Guayaquil después de haber ganado la batalla mientras que Eloy Alfaro recién proclamado general regresaba a Panamá con una cierta decepción, las personas en el ecuador viendo todos estos sucesos lo comenzaron a llamar el general de las Derrotas.
 
  VIII
Jaramijo

Eloy Alfaro después de tantas decepciones pobre, difamado y vencido ya cerca de los cuarenta años solo doña Anita su esposa le regalaba esperanzas y dichas, puesto que, igualmente en panamá la vida de Alfaro era muy dura, ya que, su situación económica no era la más adecuada y pasaban por momentos de abstinencia.
A Alfaro la ansiedad no le daba tranquilidad, porque, presentía los momentos duros de la patria.
Anita su mujer consolaba sus momentos de angustias era una mujer de poderosas intuiciones sabía que su marido jamás rendiría su amor a la libertad por el amor de ella.
El objetivo de Alfaro no se había cumplido así que el tenia la esperanza de hacer una nueva revolución en búsqueda de la ansiada libertad para su patria. Un día corrió la noticia de que Alfaro había llegado a Bahía de Caráquez después de una exhaustiva búsqueda de aliados y de recibir apoyo económico para llevar a cabo la insurgencia.
La revolución estallo en Manabí, Medardo Alfaro fue nombrado jefe civil y militar quien luego terminaría luchando en contra de las fuerzas que desplego el gobierno.
Alfaro luchaba por su vida en el buque en fiera batalla más este al final quedo varado en la playa.
 
 
 IX
La pacificación
 
Aquel fue un día donde no existió ni un rasgo de felicidad en el pueblo de Montecristi un aire, fino y transparente, pasaba corriendo hacia el mar, el pueblo solitario y vacio como Alfaro
Las tropas se colocaban en sus puestos pero otra vez Centeno y Medardo Alfaro riñeron. Centeno era orgulloso, Medardo, tozudo y brusco, ya no restaba nada, solo la resolución de vender a buen precio la vida.
La capital de la provincia estaba otra vez en poder del gobierno, pues había quedado desguarnecida cuando los liberales se aprestaron a marchar hacia Manabí para reforzar la acción de Alfaro. Los desastres de Portoviejo entre otros hicieron que todos los liberales    se encuentren desalentados, pero recuperándose a ratos como cuando formaban un puñado de idealistas y fraguaban conspiraciones descabelladas y dudosos golpes de cuartel.
A Alfaro la madurez le ganó de repente, cuando sólo, sintiendo la ausencia, se había llevado las manos a los ojos y había pasado sobre ellos levemente sus dedos fríos. Viro las palmas hacia arriba, las miro y las dejo caer.
 
 
 
SEGUNDA PARTE
Ganador del destino
 

I
La voz de la tierra
 
El Ecuador en aquella época, no era un país pequeño, la religión era el instrumento más eficaz para mantener a muchos esclavizados.
Existía gente que decía que Eloy Alfaro no es tan brillante tampoco estudiado, puesto que no asistió a la universidad, y no está del todo bien relacionado es decir que no cumplía los requisitos necesarios para pretender ser presidente de la republica. Pero el pueblo no pensaba del mismo modo, ya que, a más de respetarlo lo amaban y eso era suficiente, es verdad que no fue a la universidad y que tampoco tenía fama de poseer gran cultura. El pueblo al querer un cambio en la vida del país, decía a gritos el nombre de Alfaro. Solo Alfaro era capaz de dar un cambio liberador, ya que, era un hombre que aunque de pequeña estatura, barba en punta, sencillo y sin literatura, era bravo hasta la tremendidad y alguien que sin duda alguna tenia ideales de libertad hasta la muerte.
Ser Alfarista significaba lo equivalente a ser valiente, a ser algo que desafiaba la injusticia, a ser liberador, de ser  poseedor de algún secreto de felicidad común que llena los corazones de una aire ferviente con ideas revolucionarias y que no duda en la lucha por conseguir un ideal.
Todos esperaban a Alfaro, una vez más para que se consagrara en la patria. Doña Anita alzo los brazos al cielo para verlo nuevamente partir. A Alfaro le impulsaron sus sueños y deseos para reunir al Ecuador nuevamente en la gran Colombia.
Boliviano de corazón comprendía que la única posibilidad de grandeza que tenían los pueblos americanos era el cumplimiento de los sueños del Libertador.
La gran Colombia era el primer paso para el sueño de Bolívar. La estructura de un gran estado indio americano, era un alto pensamiento del libertador, equilibraría sus posibilidades con el crecimiento de los Estados Unidos de Norteamérica.
Alfaro amaba a Colombia ya que era su segunda patria además porque en ella se luchaban por los mismos ideales, también la amaba porque era hija de Bolívar, por haber vivido en ella los destierros, por ser tierra de América, por haber encontrado allí la paz de doña Anita y porque allí nacieron sus hijos Washington solicito el envió de tropas para sofocar agitaciones políticas interiores, producidas por el litigio de un ferrocarril.   








II
El robo honrado
 
Por las calles céntricas el transito se hacía sobre empedrado pulido, en elegantes y acojinados coches, sonando las campanillas acompañado de los caballos.
Todavía el color colonial lucia en los amplios corredores de puro guayacán en los tejados rojos en la famosa casa donde bailo Bolívar.
Después, la velada continuaba hacia las diez unas veces entre bailes, otras bebiendo jícaras de espumoso chocolate, y los viejos, siempre jugando al tresillo en tanto que la señora de casa  bostezaba detrás  disimuladamente tras el abanico.
La vida era fácil y el alimento no era escaso. Pero no en vano se vivía sobre el fango y se tenía que usar para el amor o la muerte el mismo jergón hediondo sobre las tablas húmedas y carcomidas.
La esperanza, distante, pero firme, sostenía. Sabían de su vida en Guatemala. Sin un compatriota a su lado, su fama de héroe de la libertad le había granjeado admiración de amigos influyentes.
La leyenda paso cortinas transparentes sobre aquellos hechos. En palenque el nombre era repetido con ansiedad en aquellos momentos hizo la proclamación Nicolás Infante.
Muertos en Manabí, muertos en el mar, muertos en la montaña de Los Ríos, temerarios chapulos, el primero de todos Nicolás Infante Estrada y los otros a la prisión.
Escondía los diarios centroamericanos que elogiaban sus hazañas. Cierta vez, Andrade leyó en alta voz un artículo: son exageraciones; me comparan con los patriotas de la Guerra Magna; en todo, debe respetarse la verdad absoluta.
Entre ellos, el Coronel Vargas Torres. Poco después, llegaba a Lima Pedro Matriz, otro joven de alto corazón idealista, llevándole integra la herencia que acababa de recibir.
Podría acaso decir una palabra aquel hombre trocado en gesto tembloroso un largo, un misterioso silencio llenaba su habitación del hotel. Era como si los ademanes se hubieran congelado de repente solo después, mucho rato después, tanto se hubiera asegurado que ya el tiempo había rodado largos, insondables años, laceria voz de su garganta creció de palabras:
Nuestra patria se ha salvado ya. La están salvando los hombres jóvenes como usted.
 
 
III
Lo que siembra la muerte
 
Dinero para la revolución había poco pero nunca faltaba, el mismo Coronel Varas Torres entrego nuevamente apreciables sumas de dinero a Alfaro que, junto con otros donativos las depositó en un banco de Lima. Por el sur, los fuegos se habían roto en Célica, sabedores de la llegada de Alfaro al Perú.
Alfaro había dispuesto que Vargas Torres incursionara por tierra, apoyando por el otro extremo del país, mientras que el Alfaro buscaría un buque.
Alfaro tenía la esperanza de la campaña de Vargas Torres y de los Cerezos que aun estaban vigentes. Felicito a las tropas, llamándose representante del “egregio caudillo general Eloy Alfaro”. Pero seguido a esto perdieron su campaña libertaria y fueron condenados a la pena capital Vargas Torres escribió a su madre una carta conmovedora.
Eloy Alfaro de codos en la se ajustaba las mejillas con ambas manos sobre su cara y decía Derrotas y crímenes en señal de su frustración. General de tantas derrotas, Alfaro superaba el dolor encerándose en la biblioteca nacional de Lima, cuyo director, el célebre Don Ricardo Palma, le dispensaba su cálida amistad.
En su mente el solo concebía la ilusión de poder cumplir su anhelo tan deseado por el cual tanto había luchado, el de unificar una vez más la gran Colombia.
 
 
IV
La deuda Gordiana
 
Alfaro muchas cartas había escrito y sus hijos en pequeños papeles adornados de flores  a todo color y en ellos  les mandaba besos. Anita  en una carta le dijo algo colérica  ya estarán tu y Macos tu hermano con sus ilusiones que a nada conducen sino al sufrimiento de ustedes y de los suyos y el entre bromas le había dicho aunque tú me dices que no tengo esperanzas de que se subiese tu carácter yo creo que si los conseguiré por que todos los días  la voy a poner una vela a santa Rita para ver si al final puede hacerme ese pequeño favor  a mi sufrimientos han de tener su término.
Doña Anita decía. Cuando yo me muera, debe advertirse que no puede ser pronto por que todavía tengo mucho que hacer en esta tierra entonces si seguiré tu turno  después de muchos años llegare hacer una viejecita muy regañona pero siempre muy respetable  cuando la gente te vea pasar,  dirán con respeto señalándote  esa es la vida del héroe.
 Juan Murillo exiliado también cuya esposa  disponía en honor a Alfonso las comidas sin cebollas era un gran escritor, hombre rico  ahora, le era deudor  de una apreciable  suma desde los tiempos  prósperos  de Panamá.
En Venezuela  también tenía parientes entre los primos, cuando los generales  y lo más importante de todo por ahora para la tranquilidad del hogar alcance el propósito de sus hijos Macay era el alcance   el legado del pobre Pepe  que tiene que ser fuerte   porque él decía que la mitad de sus bienes le pertenecía  ambiciones que se le ajustaban a las ambiciones nacionales.




V
Agonía de la argolla
 
Flores imagino una nueva combinación   política  el progresismo que agrupaba a conservadores  tolerantes y a ciertos liberales, que creían en la declaración de los derechos del hombre libre y en nada mas la misma clase feudal como siempre  era la que mandaba  Flores no podía liquidarla ni siquiera mermar sus privilegios
Los trabajadores o mejor llamados peones vivían  como antes esclavizados por las deudas heredadas  de padres a hijos y el hombre  tenía  que sobrevivir como pudiera en muchos casos en la total indigencia, y no eran tomados en cuenta por su propia tierra ecuatoriana
Flores cuidaba  de respetar  con celo siempre los  privilegios de la  clerecía. Hubiera  requerido de extraordinaria energía para que el progresismo respondiera a las bellas promesas de libertad. Flores supo realizar sus dos más grandes ambiciones de gobernante el arreglo de la deuda inglesa y la negociación definitiva de límites con el Perú los últimos tiempos de su gobierno  los dedico a buscar ningún suceso mejor que el de hacer al general Francisco Salazar ministro en el Perú por muchos años, este era el mismo ministro de guerra de García Moreno, aquel de los  fusilamientos de Manabí  cuando Alfaro se levantare  en  armas a los veinte años desde cuando venia  aspirando a la presidencia sin conseguirlo después de tantos fallidos intentos.
Desde su habitación  Alfaro estudiaba y miraba el movimiento de las tropas y daba sus consejos de viejo  combatiente no debía presentarse en las batallas pero los dirigía como  un experto jugador entre mapas y señales  los desaciertos de  cordero le dieron nueve oportunidades de  batir al enemigo  por lo pronto se puso a gestionar la firma de un célebre  trato  que perduro en las historias como el tratado de los cuatro representantes  de Nicaragua Venezuela, Colombia  y él Ecuador los cuales se comprometieron a la mutua ayuda  por la causa liberal. Alfaro  prometía poder desviar numerosos  contingentes de nicaragüenses y colombianos sobre la isla  de Cuba ya que esta estaría en guerra dentro de poco tiempo.
Alfaro estaba convencido que el poder llegaría a sus manos  sin verter sangre y el bueno de don Luis fortalecido realizaba un nuevo esfuerzo por llegar hasta el fin de su periodo constitucional.

 
 
VI
El pueblo en armas
 
Los conservadores conspiraban y hacían hasta  lo imposible para sublevar el ejército y los bandos políticos se aprestaban a no dejar perder la oportunidad cada uno por su lado. La gente vivía ahíta de Caamaño y del progresismo. Señalaban la ineficacia de Cordero, cuya renuncia procuraban ser inevitable por cualquier camino que fuera.
En Guayaquil se escuchaba un rumor sobe catástrofe, sobre todo, la agitación era incontenible. Era como el súbito obscurecer de un día cargado de sorpresas.
Ignacio de Veintemilla en estos momentos vivía en chile el mismo de aquella inquietante Marietta la cual poseía bienes en el Ecuador, heredados de su marido, Antonio Lapierre, por lo que, hacía frecuentes viajes al país. No se había resignado a la derrota que sufriera cuando lució en el combate la frescura altanera de sus veinte años. Y aunque el tiempo había transcurrido ella tenía vivo el empeño de la revancha manteniéndolo como un tesoro sin igual.
En la misma casa de José Lapierre, cuando llegaron las primeras noticias en una carta del general Veintemilla, cuyas relaciones adquiridas en Chile, en mérito de haber sido Presidente del Ecuador, le pusieron en dominio del secreto extraordinario. Veintemilla estaba muy lejos de ser el mudo que retratara Montalvo en sus “Catilinarias”. Ni torpe ni ignorante, tirano sí, y de los fuertes. Pero así era Montalvo, apasionado mentiroso con harta literatura.
Así empezaron empezaron a hacer averiguaciones. Y de allí surgió el rumor de que aquel peculado que no vacilaba en afrentar la bandera de la Patria con tal de obtener unos miles de libras esterlinas. Un joven liberal, Alberto Reina, empleado de la oficina del Cable, obtuvo copia de los telegramas cifrados enviados a Caamaño por el Cónsul del Ecuador en Nueva York. Intervenían en el negocio unos parientes de Caamaño, propietarios de la casa comercial que tanto había tenido con ver los ciertos contratos con el Estado, ya denunciados por Alfaro, y cuyos corresponsales en los Estados Unidos eran unos señores Flint. Naturalmente, la propuesta, hábilmente insinuada, tenía que venir del extranjero. Y así ocurrió. Los fueron descifrados.
El primero contenía una propuesta oficial con el gobierno de Chile. El segundo decía que Flint ofrece dos mil doscientos cincuenta libras en privado para nosotros. Procure conseguir resultado favorable.
Chile quería vender al Japón el crucero de guerra “Esmeralda”, pero, como había declarado poco antes su neutralidad en la guerra que ese país sostenía con la China, quería sacar las castañas del fuego por mano ajena. Y usando un ofrecimiento del Ecuador en caso de guerra. Caamaño convenció a Cordero y sus ministros de la negociación, aduciendo que esto daría al país en el momento en que las relaciones con el Perú hicieran crisis un aliado muy poderoso. Estamos de acuerdo en que se le preste a Chile el servicio que desea, decía el Presidente en un telegrama a Caamaño, pero hay que buscar una forma decente de prestárselo.
Al final se consintió que el buque de guerra “Esmeraldas” haga un viaje de ensayo a Honolulú, para que podamos conocer sus condiciones marineras.
El gobernador Caamaño de hecho quedó investido de la facultad de proceder. Chile creyó conveniente que el buque saliera de un puerto ecuatoriano allí recibiría la bandera del Ecuador y continuaría viaje para ser entregado en Japón. Caamaño estaba muy contento por haber hecho el arreglo esperando su recompensa
Pero Solórzano no le enviaba el dinero y este estaba comenzando a ponerse nervioso. En tanto, en el diario “El Tiempo”, se redactor, sus informaciones privadas. Y ya estaban llegando los cablegramas del extranjero que afirmaban que Chile había vendido al Ecuador un buque de guerra. Por lo que un grupo de ciudadanos liberales convoco a una reunión cívica. La crisis de pronto estalló.
Eloy Alfaro fue aclamado por el pueblo Jefe Supremo de la República y General en Jefe del Ejército. Se le reconocía como el alma del movimiento popular liberal.
 
  
TERCERA PARTE
La transformación
 
 En alma de la revolución había poseído a la ciudad. Cayeron Algunas flores sobre su cabeza casi adolescente y no falto quien afirmara imperiosamente que debía ser proclamado jefe supremo de la República.
El pueblo entero en las calles el pueblo entero en las calles frente al rio, la bandera nacional al tope. ¨VIVA EL VIEJO LUCHADOR¨, ¨VIVA EL PARTIDO LIBERAL¨.
La visión del pueblo le había penetrado todo el ser y le tenía con los ojos pasmados. Entonces, con la mano derecha sobre el corazón, abierta como una ofrenda, exclamo: ¡No puedo!!No puedo! ¡Pueblo soberano perdónenme! ¡No pueblo hablaros!  Cumpliré con mi deber.
De rato en rato, el grito de guerra se levantaba: ¡Viva Alfaro! ¡Viva el viejo Libertador! Amanecía los gallos habían cantado inútilmente aquella noche, porque el silencio solo se quebraba con la gruesa voz llena de rabia, de fiesta y de alegría.
¡Alfaro o bala, carajo!
La ley histórica empezaba a cumplirse. Dos misiones de paz salieron de Guayaquil. Manchaba a la cabeza exhortándolos con su monotonía voz de predicador, descolorida la sotana negra con ribetes verdes, tan remendada como los pesados zapatos, el sombrero faldón de paja toquilla con cinta y borlas negras caídas hacia atrás y en la mano un delgado bejuco.
Prometo excelentísimo señor arralar con mi división al enemigo de la República y ofrezco el noble pueblo de quito presentar en esta misma plaza al jefe del vandalismo amarrado o arrastrado. No quedaba, pues, otro camino que la guerra y la libertad.
 
“VIVA LA PARIA” 


CONCLUSIÓN:
 
 
 
 
 La vida de Eloy Alfaro fue llena de esperanzas por la libertad de la patria la cual después de muchas derrotas y amargas decepciones dio sus frutos, los que se ven reflejados hasta hoy en día en el Ecuador.
Alfaro fue un hombre de coraje que lucho en contra de muchos hombres que se opusieron a sus ideales como tiranos y traidores a los cuales nunca los dejo de enfrentar hasta poder conseguir que estos se retiraran.
El imperio del liberalismo da luz a esta obra magnifica que tiene a un hombrer inquebrantable como su personaje principal, Eloy Alfaro Delgado maestro de mil batallas, hombre de honor y orgullo de la patria, inmortalizado en este la vida del Ecuador y su historia.
Además cabe recalcar que esta obra es muy importante, ya que, relata la historia del primer siglo republicano del Ecuador tanto en su vida política como en su evolución a través del tiempo y nos muestra de principio a fin el transcurso de esta maravillosa historia de la vida del ecuador.

  
 COMENTARIO PERSONAL:
 
La obra de la Hoguera Bárbara es totalmente satisfactoria para quien la lee, tanto así que pude apreciar muchas cosas sobre la vida del general Eloy Alfaro que me parecieron extraordinarias, no solo por su tenacidad y grandeza sino también por su perseverancia e inquebrantable corazón liberal, el cual, dentro de esta obra es lo más destacado de Alfaro y gracias a este pudo llegar hasta sus metas y mejorar la situación de un país en ruinas.
Creo que la enseñanza de Alfaro y su pasión por una patria libre nos han desarrollado no solo como país sino como mejores personas, y hoy por hoy lo continúa haciendo, plantando en nuestras mentes ideales de cambio y sueños de futuros llenos de gloria y total libertad que son reflejo de la sacrificada vida del viejo luchador Alfaro. 

 
VOCABULARIO:

 
Panóptico.  Dicho de un edificio: Construido de modo que toda su parte interior se pueda ver desde un solo punto.
Austero.  Severa, rigurosamente ajustada a las normas de la moral.
Medroso. Temeroso, pusilánime, que de cualquier cosa tiene miedo
Claustro. Galería que cerca el patio principal de una iglesia o convento.
Sesgo. Torcido, cortado o situado oblicuamente.
Panfleto. Libelo difamatorio.
Ultramontano. Que está más allá o de la otra parte de los montes.
Irrefragable. Que no se puede contrarrestar.
Dadivoso. Liberal, generoso, propenso a hacer dádivas.
Guarnición. Adorno que se pone en los vestidos, ropas, colgaduras.
Indescifrable. Que no se puede descifrar.
Caudillo. Hombre que, como cabeza, guía y manda la gente de guerra.
Pañolón. Pañuelo grande, de abrigo.
Ironía. Burla fina y disimulada.
Sortilegio. Adivinación que se hace por suertes supersticiosas.
Empréstito. Préstamo que toma el Estado o una corporación o empresa, especialmente cuando está representado por títulos negociables o al portador.
Replegar. Plegar o doblar muchas veces.
Embalsar. Recoger en balsa o embalse.
Azaroso. Que tiene en sí azar o desgracia.
Aguzar. Hacer o sacar punta a un arma u otra cosa, o adelgazar la que ya tienen.
Azaroso. Que tiene en sí azar o desgracia.
Penumbra. Sombra débil entre la luz y la oscuridad, que no deja percibir dónde empieza la una o acaba la otra.
Esperma. Sustancia grasa que se extrae de las cavidades del cráneo del cachalote, empleada para hacer velas y en algunos medicamentos.